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Joaquín Costantino, joven sociólogo de Villa María, egresó de la UNVM con una tesis en la que se adentró en un tema tabú y universal
Un dato que se le presentó en distintas entrevistas fue el de que “hay una percepción interna” difícil de describir, que refleja que “la persona se da cuenta (que se va a morir)”.
Joaquín Costantino es un sociólogo de Villa María, quien como último eslabón para recibirse estudió cómo vivimos socialmente la muerte, y entre todo lo que conoció está el dato con el que se inicia esta nota.
Lo que Joaquín, un joven de la ciudad, plasmó en su estudio final de grado fue la significación prevaleciente de la muerte, expresada en las condiciones de las personas que atraviesan un proceso de agonía, por medio de un estudio de caso actual en Villa María.
El chico egresó de la Universidad Nacional local en 2023.
Tres grandes pilares
A lo largo de 86 páginas, describió su estudio del tema.
Entre lo que surgió, está el de que “las condiciones objetivas y subjetivas de un agonizante no son naturales, se encuentran socialmente influenciadas”, y que la muerte en la ciudad “se halla cercada por tres grandes pilares: la sacralidad, la afectividad y el paradigma médico”.
Un dato elocuente que deja su tesis fue que no pudo realizar entrevistas a las personas que atravesaban un proceso de agonía, como tampoco acceder a los espacios físicos donde se encontraban, “lo que constituye un dato en sí mismo”.
“La aureola de lo sagrado continúa circulando sobre éste campo”, marcó Joaquín, quien vio que la Iglesia católica “tiene una primacía en nuestra ciudad contra la que no pudieron rivalizar otras confesiones”, lo que se refleja fundamentalmente “en la simbología de los cementerios y en el hecho de que el Hospital público cuente con un capellán designado por el obispo de la Diócesis”.
Reveló que la Iglesia católica es la única institución que tiene una presencia oficial “y es una tradición en todos los hospitales, por lo menos, de la provincia de Córdoba”.
Tras contextualizar que en el mundo presente “las prácticas religiosas no tienen la fuerza que antaño poseían en la vida cotidiana”, destacó que “la muerte es un bastión fuerte de la sacralidad, un resabio de la tradición donde perduran prácticas que se remontan a la Edad Media como la administración de los sacramentos”.
Joaquín detectó que la afectividad de los vínculos familiares “es uno de los factores que custodian al agonizante de cualquier agente exterior que no sea imprescindible para su tratamiento o necesidades concretas”.
La negación
“La negación de la muerte como parte del proceso vital del ser humano, propia de nuestras sociedades, ha arraigado con fuerza en las conciencias lo que genera una relación problemática y tensa con la misma que afecta a la persona en cuestión y a sus próximos”, concluyó también el sociólogo.
Analizó que “el capitalismo pondera también la búsqueda de la felicidad, del disfrute y por ende del consumo, por lo que la muerte es una molestia de mal gusto que no debe importunar la vida cotidiana”. Vio eso con mayor peso en los rangos etarios más jóvenes, “no necesariamente compartido por los demás tramos de edad”.
En un párrafo de sus conclusiones, el joven profesional acotó que “capitalismo y “omnipotencia” médica han escondido en rincones oscuros y angustiantes la muerte propia, a la que no se debe buscar o pensar de modo consciente porque no sería ni saludable, ni remunerable, solamente se trataría de algo escandaloso”.
También brindó el dato de “escasa o prácticamente nula circulación de la práctica de la tanatología”, lo que no le pareció casualidad, ya que la misma “emplea muchas herramientas que provienen del mundo oriental como la respiración consciente, la meditación, el llegar a lo más profundo del ser y la aceptación de la muerte misma”.
Joaquín compartió su trabajo final de grado con Fibra.
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