Guadalupe Rodas, psicóloga social, sostuvo que "es un rasgo de salud mental". Con Fibra habló sobre la dependencia, los vínculos y la perspectiva de moda
“El apego no es algo negativo. Es un rasgo de salud mental”.
Guadalupe Rodas es psicóloga social, y actualmente estudia terapia bioenergética, analizando el vínculo desde ambas. Y dentro del vínculo, se adentró en el tema del apego.
Ve una “bajada de línea de ser autosuficiente”, observa que se ve al apego como una mala palabra, y está en desacuerdo con ese paradigma, tan de moda.
“Como seres humanos nos formamos en vínculos. Nuestra subjetividad es a partir de otro que está ahí para recibirnos cuando somos bebés”, resaltó al dialogar con Fibra. Explicó que “nos formamos por repetición, según lo que hagan nuestros padres con nosotros”. “Al bebé no le hará bien tener papás viajeros, le hace bien una rutina, que sepa qué habrá después. Si es muy confuso lo que viene del otro lado, aparece la ansiedad. Cuando esa base está, el niño puede salir a jugar, a explorar. Si en cambio tu base es insegura, si no sabes si mañana están, si no lo tenés resuelto, tu sistema nervioso no estará seguro para salir a aprender, a jugar”, describió.
Para entender el apego, Guadalupe invita a pensar en la persona que llamaríamos en caso de una situación difícil y repentina, lo que es “la figura del apego”. “Esos vínculos especiales son una base de seguridad, a la que podemos volver y relajarnos en momentos de estrés. Ayudan a nuestra regulación. El sistema de apego tiene vigencia toda la vida”, marcó.
Si bien “su estructura y patrón se forma en los primeros años de infancia, necesitamos el estar apegados a alguien a lo largo de toda nuestra existencia”. Apuntó que “se trata de una necesidad biológica, fisiológica y genética de establecer vínculos íntimos con alguna persona en especial”.
Por eso, ve “necesario poder desmitificar que el amor propio es sinónimo de no necesitar a nadie”. “El ser independientes no tiene que ver con el individualismo y la autosuficiencia”, destacó, comentando que “tenemos un cerebro social que se moldea y cambia biológicamente de acuerdo a las interacciones con el entorno”.
- O sea, el apego no es algo negativo.
- No, al contrario. Es un rasgo de salud mental. Ahora vamos a vivir en el siglo de la soledad, que lo marca la pandemia. Entre la tecnología, las redes, las app, la inteligencia artificial, se vendrá esto. Pero la humanidad evolucionó en manada y en tribu. Cuando un humano se quedaba solo, se le activaba la alarma de estar en peligro. Cuando hoy tenés esa necesidad de ver a alguien y no hay nadie, se activa esa alarma. El aislamiento no es recomendable. El apego es poder ir a regularme con alguien, a relajar el sistema nervioso, a que me abracen, a que mi estado de estrés baje.
- Qué pasa cuando el encuentro con el otro es lo que justamente te genera ansiedad.
- Siempre el otro te va a generar una incomodidad, o te mostrará algo que no te va a gustar. Pareciera que es más fácil estar solo, pero conlleva estancamiento. Obvio que es más fácil estar solo porque es menos laburo. Pero el vínculo te descentraliza, te descentraliza de tu ego, no el ego como algo malo sino como un constructo social, familiar, cultural. Todos hemos sido educados en este sistema y tenemos cosas nefastas que trabajar. La base de nuestra civilización es abuso y abusado, tenemos todas estas dinámicas que deconstruir, porque o nos lastiman o lastimamos. En esto, es importante buscar construir algo sano, algo seguro.
Está bueno meterse en lugares donde te pondrán en jaque, habitar otros espacios hasta donde puedas, para lograr la autoobservación.
- ¿Cuándo el apego sería dañino?
- Ya no sería apego, sino dependencia.
- ¿Nos profundizas sobre la diferencia entre ambas?.
- La dependencia es cuando tu individualidad no es sana. No hay que ir al extremo de no necesito a nadie ni al extremo de necesito a alguien todo el tiempo porque no puedo solo. Hay que trabajar ambas.
Nos animemos a estar en espacios colectivos, donde se trabaja la individualidad, el estar apegado, lo que permitirá que liberemos oxitocina, reírnos. Hace bien. Somos seres sociales, necesitamos el contacto.
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