Aunque muchas personas cuestionan corrientes de pensamiento actuales sobre cómo "pensar bien" para vivir bien, o algunas “leyes” de esos paradigmas, muchas posturas vienen de viejas épocas.
Son muchos los referentes de posturas del bienestar que traen al presente lo que planteaban filósofos en tiempos remotos.
Una de las corrientes filosóficas que se citan es la del estoicismo, que surgió en la antigua Grecia alrededor del siglo III a.C., fundada por Zenón de Citio. La misma busca enseñar cómo vivir una vida plena, virtuosa y en armonía con la naturaleza. Mediante el aceptar y el autocontrol, creen que es posible ser feliz y mantenerse en calma más allá de las vicisitudes.
Séneca, Epicteto y Marco Aurelio están entre los que se han destacado.
Entre sus ideas, está la de aceptar el orden natural del universo. Los estoicos consideran que el universo es racional y que todo sucede por una razón, aunque no siempre sea evidente para nosotros.
También enseñan sobre la importancia de centrar la energía en lo que podemos controlar, mientras que lo que está fuera de nuestro alcance se tiene que aceptar con serenidad.
¿Y qué es lo interno, lo controlable por nosotros; y lo externo?
Nuestros pensamientos, emociones, decisiones y acciones son parte de lo interno.
La opinión de los demás, la salud, eventos extremos o la riqueza es lo externo.
Para los estoicos, la felicidad no depende de circunstancias externas, sino de vivir con virtud (sabiduría, justicia, coraje y autocontrol). Creen que ser virtuoso es suficiente para llevar una vida plena.
Además, creen que todo lo que sucede es parte del destino y por ende debe ser aceptado sin quejas, sin resistencia, en calma, con calma.
Asimismo, buscan controlar y transformar las emociones.
La tristeza, la ira o el miedo son vistas como resultado de juicios irracionales.
Por eso, a través del razonamiento, y la disciplina mental, buscan transformar esas emociones.
Texto de Fibra
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