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"Todo sufrimiento empieza con decirle a la realidad que está equivocada"

 “Si uno tiene una identidad o una máscara muy fija, le creará muchas complicaciones en la vida", dijo Joan Garriga, psicólogo y gestaltista

“En la vida encarnamos una identidad y, al mismo tiempo, formamos parte de un misterio: no sabemos por qué estamos aquí, qué sentido tiene esto; hay un misterio que no podemos comprender, pero podemos abrazar”, dijo el psicólogo y gestaltista Joan Garriga, uno de los máximos referentes en constelaciones familiares en español, al hablar con la periodista Sabrina Díaz Virzi.

 


Para él, la mejor definición de felicidad es de San Agustín: “La felicidad consiste en tomar con alegría lo que la vida nos da y en soltar con la misma alegría lo que la vida nos quita”.

 


 “Tomar y soltar con alegría solo es posible desde un lugar interior al que no podríamos llamarle el ‘Yo personal’, sino el ‘Yo esencial’. En algunas personas que han tenido pérdidas muy graves, procesos de sufrimiento o situaciones de peligro a veces se apaga un poco el ‘Yo personal’ y aparece este ‘Yo esencial’, cuya función es abrazar la vida tal y como es, y esto incluye la enfermedad, la muerte y todas las dimensiones de la vida”, explicó.

 


Marcó que “todo sufrimiento empieza con alguien que le dice a la realidad que está equivocada: yo debería de haber tenido otra madre, mi pareja no debería de haberme dejado”. 

 


En otro tramo de una extensa entrevista que concedió a la citada periodista en el diario Clarín de hoy, dijo que “nuestras principales identidades se crean en el caldero de nuestras vivencias iniciales, con nuestros padres y cuidadores: los imitamos y adoptamos identidades de ellos”, y que también como “hay cosas que nos duelen, para defendernos, adoptamos identidades que son defensivas: la identidad del duro, del resentido, del vengativo, de la víctima, del salvador”.  “A veces son identidades que se han fraguado para defendernos del dolor o el malestar que experimentamos. Entonces, son identidades que tienen mucha fuerza en nuestra vida: son tiránicas, nos colonizan”.

 


 “Si uno tiene una identidad o una máscara muy fija, le creará muchas complicaciones en la vida. Porque si yo tengo una máscara de dureza, entonces los demás tendrán que ser blandos para compensar mi dureza, y crearé relaciones de pareja en las que, por ejemplo, tú tienes que ser blanda y tierna para que yo pueda ser duro”, mencionó.

 

 

“Al final de la vida nos vamos a desprender de todas las identidades; si a uno le dio por parecer importante o bueno, estas entidades se van por la rejilla, se desvanecen”, afirmó en la nota.

 

Fue muy claro frente a la cultura de que “todo es posible”: “Hay mucha estupidez en la cultura. Si vos podés, podés curarte de tu enfermedad. ¡Mentira! Es una falta de respeto a la enfermedad, y es una visión del mundo combativa”, subrayó.

 

Más adelante consideró que “la salud crece y fermenta (y la salud mental con más facilidad) en un universo más amistoso y amable”.

 

“Uno se levanta por la mañana y se pregunta con quién tengo que luchar para ser más y para que el otro sea menos. Esto no milita a favor de la salud mental; es una locura sistémica absoluta. Por eso los índices de salud mental cada vez son peores”, advirtió.

 

“La cultura y el sistema nos ha impulsado a “yo, yo, yo”. En nuestra cultura se nos ha entregado la posibilidad de desarrollarnos a nuestra propia manera, pero el precio es muy alto: uno llega lejos en el viaje de sí mismo, pero el precio es que le falta compañía”, describió.

 

En ese orden, habló de la soledad en el mundo. “En Argentina y algunos países latinoamericanos hay riqueza social. La gente hace de todo, pero se busca. En Europa somos animales de granja domesticados, donde cada uno vive en su jaulita. Y esta es la tendencia”.

 

“En España aún hay bastante vínculo, pero hay países donde hay mucha soledad. Hay países donde crean el Ministerio de la Soledad para gestionar el problema de soledad en la gente mayor (Inglaterra)”, mencionó.

 

“Cuando la gente sufre hay dos caminos: la resistencia, o navegar en el dolor. Y cuando dejamos de resistirnos y navegamos en el dolor, mucha gente descubre que algo más esencial le cuida a uno, a pesar de los pesares”, expresó el reconocido psicólogo. 

 

 

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