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"Para bailar hay que romper el miedo"

Joaquín Gadara hace breaking y freestyle. En el Poli, bailó para Fibra y contó los detalles de las dos disciplinas, que además de practicarlas las enseña

En su cuerpo joven ya sintió el impacto de lesionarse, pero hay algo que es más fuerte, esa llama interna que se despierta cada vez que está en movimiento.
Tiene 22 años. Joaquín Gadara hace breaking y freestyle, y le gustaría (así quedó reflejado en la charla con Fibra) que estas disciplinas se extiendan más, que sean muchos más los chicos y las chicas que las practiquen.


El freestyle es la habilidad de bailar de forma improvisada, sobre una base musical o sin ella. 
Por su lado, el breaking es una forma de danza acrobática, que en gran parte tiene lugar en el suelo y en la que los bailarines pueden incluso girar sobre sus manos, espalda o cabeza. Para Fibra danzó en el Polideportivo de la costanera de Villa María.

 


Desde los 12


Cuando vio que un amigo del colegio había empezado a bailar, Joaquín se interesó por el breaking. Tenía 12 años.
Hasta entonces había pasado por la natación, el karate o el fútbol. Se terminó quedando con la danza, pero fue recién cerca de sus 20 años cuando se dio cuenta que esto, es lo suyo.

 


"La danza tiene esto de querer evolucionar constantemente", comentó a Fibra, recordando sus inicios con el profesor Jony Cortés, con quien tomó clases de danza urbana.


Tras un año de clases, se continuó formando en breaking ya siendo autodidacta. Al freestyle volvió unos seis años más tarde.

 

 

La atención en el presente


Joaquín estudia para ser profesor de Educación Física y da clases de las dos disciplinas que práctica.


¿Qué sucede al bailar? "Fijo la atención en el presente, lo que hace que se disfrute mucho. Si no estás presente no terminas de bailar. La danza te incentiva a estar presente, atento a lo que estás haciendo, o a lo que sucede en el momento", marcó.


Hubo un momento en que dudó de seguir con la danza, pero rápidamente eso se disipó. Esas dudas fueron "parte del camino", por "tanta expectativa" y porque "al no tener resultados, por ahí uno se frustra". 


Cuando habló de eso, entonces le pregunté por su autoestima.
"Hoy estoy bastante bien. Estoy orgulloso, el ser artista te lleva a fortalecerte mentalmente, a lidiar con la ansiedad", respondió, para agregar inmediatamente: "El arte te pide que te animes, te autovalides, si no es mucho más difícil". 


"Pocas personas se ven bailando, incluso dentro de la danza hay gente que no se anima a improvisar. Esto tiene sus estructuras pero se trata de animarse. Hay miedos, muchísimos, pero se trata de poder desinhibirse, para bailar hay que romper el miedo, romper quizás con alguna crítica de alguien cercano". Es decir, al miedo, desafiarlo.  


Contó que trata de vivir en el presente, por lo que no mira a largo plazo, pero planteó que quisiera incentivar esta cultura en la ciudad. Es que son muy pocas las personas que están en el breaking (activos pueden ser solo 3). Por estos días, la disciplina debuta en los Juegos Olímpicos. 


En freestyle son un poco más, es algo que está en crecimiento y que tiene más potencial. 

 

No lo paran las lesiones


Tuvo muchas lesiones. "Soy hiperlaxo, mis articulaciones son un poco más flexibles que lo normal. En etapa de crecimiento, de los 13 a los 17, me viví lesionando. Cada mal movimiento era una posible lesión, a la rodilla me la saqué 4 veces y el hombro está con tendinitis crónica", describió.


Joaquín busca mantenerse activo, mediante trabajos físicos, trabajos de equilibrio y al adaptar ejercicios desde los movimientos del breaking. Tiene en claro que sin preparación física, el breaking conlleva posibles lesiones, y por esto practicarlo "implica tener fuerza, conciencia de tu propio cuerpo, flexibilidad, saber hasta qué punto llegar, qué podes y qué no podés hacer", y entrenar los puntos débiles.

Diego Bengoa, Fibra.

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