Primeras conclusiones de un estudio preliminar sobre muestras tomadas en el arroyo Sarandí, de Avellaneda, Buenos Aires, que el 6 de febrero se tiñó de rojo por más de 20 horas, permitió caracterizar "con mayor precisión el compuesto derramado, permitiendo circunscribir rubros industriales que utilicen el pigmento en sus procesos productivos: curtiembres, alimenticias, textiles, farmacéuticas".
En principio han descartado la presencia de cianobacterias potencialmente tóxicas y de bacterias.
El Ministerio de Ambiente provincial junto con la Autoridad Del Agua y municipios de la cuenca indicaron que están fiscalizando todos los establecimientos industriales que utilicen pigmentos dentro de los matices identificados por el laboratorio y con vertido en la zona.
Las muestras extraídas son evaluadas en el laboratorio de la Autoridad del Agua y en laboratorios de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de La Plata y la Universidad Nacional de Buenos Aires.
Vecinos señalaron el olor nauseabundo del arroyo con cada cambio de coloración.