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Ghosteo: "No tenés la culpa de su miedo"

En una cultura "muy superficial donde hay miles de posibilidades y cada vez menos relaciones", se repiten historias de ghosting: desaparecer del radar de la persona con quien se compartía mucho

Durante un mes, Andrea y Tobías se escribieron casi todos los días, en algunas jornadas durante muchas horas.
Se conocieron a mediados de julio a través de Tinder, tuvieron química inicial y pasaron a charlar a diario a través de whatsApp. En pocos días, ambos ya sabían mucho del otro -o al menos en base al relato del otro-. Que la vida de los hijos, que los tiempos con el padre y la madre -respectivamente- de sus chicos, que el laburo, que la separación de sus ex, que los mambos a los 40, que la soledad a la mitad de la vida. 
Andrea estaba expectante, empezó a sentir emociones fuertes, aguardaba el encuentro personal con Tobías pensando que había encontrado a un posible compañero, algo que deseaba desde que superó la separación del padre de sus tres hijos. 


Los separaban unos 92 kilómetros. Ella en Río Tercero, él en Villa María. Pero Tobías, quien aseguraba que la iba a pasar a buscar en moto y que iban a compartir un finde en las sierras cordobesas, de repente se borró. Interrumpió unilateralmente el contacto sin pistas previas, se hizo el desentendido un par de días y después la quitó de sus contactos en Instagram y en whatsApp. 


En Grinder, Ariel conoció a Stéfano en la capital cordobesa al filo de la madrugada de un jueves, cuando ambos coincidieron en la zona del Paseo Buen Pastor. Hubo atracción física y terminaron en la cama. A la semana siguiente volvieron a verse, el viernes fueron a un bar, el sábado a un boliche y terminaron durmiendo juntos. A ese finde le siguió una semana con mensajes ida y vuelta a full; y un nuevo sábado y domingo compartidos.
El lunes hubo un largo intercambio de mensajes por whatsApp entre las 18 y las 24, la rutina se repitió el martes y llegó el miércoles y Stéfano se borró.

Ya pasó una semana desde ese día y Ariel no tuvo ningún tipo de respuestas de parte de Stéfano, quien sin embargo siguió mostrando su vida social en las historias de Instagram.

 

 

Son apenas dos historias -contadas a Fibra por sus protagonistas- de las tantas que hoy pululan por todos lados. El tema es motivo de charlas cara a cara y también motivo de conversaciones en las redes sociales. Es lo que llaman ghosteo (por ghost, "fantasma" en inglés). 


Viene de ghosting, término anglosajón al que se acude para reflejar la práctica de cesar toda comunicación y contacto con una persona con la que se tenía nexos sin advertencia o justificación aparente y, posteriormente, ignorar cualquier intento de acercamiento o comunicación.
Una práctica que parece haberse acrecentado en los últimos tiempos.


Empoderarse


El tema viene siendo algo recurrente para los especialistas en salud mental, lo que desde Fibra abordaremos en los próximos días.
Ale Álvarez, un psicólogo que sube reels cortitos a las redes comentando cuestiones de interés popular, subrayó que "hay que dejar de hacerse cargo de una persona que te deja de escribir".
"No tenés la culpa de su miedo, ni de su falta de empatía que hace que te vea como un objeto sin sentimientos y al que no le duelen sus acciones", explicó.
El profesional consideró que "vivimos en una cultura muy superficial donde hay miles de posibilidades y cada vez menos relaciones".


"Quitarte la culpa depende de vos, no necesitas a esa persona", expresó hablándole a quienes sufren el ghosteo. Destacó que "es tu responsabilidad dejar de darle atención a quien no la valora", y que "quien no tiene interés en conocerte más, tampoco debería merecerlo".

 

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